Cuando Ana Amorós cayó presa en el preludio de la dictadura uruguaya, lo primero que hicieron fue pasar una fusta sobre su cuerpo desnudo frente a un grupo de militares, antes de violarla.
Igual que ella, Brenda Sosa, Luz Menéndez, Ivonne Klingler y Anahít Aharonian eran veinteañeras cuando pasaron por centros clandestinos de tortura.