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Hola a todos. Me llamo Megan y tengo 22 años. Hace poco fui avergonzada por toda la universidad, pero logré superarlo y vengarme por lo que me habían hecho. Ahora hay una persona que tiene que buscar otra universidad porque no puede limpiarse toda la mugre que le arrojé encima.

Todo comenzó en un día típico. Estaba en una clase, haciendo un examen, así que no había un solo ruido en el salón. De pronto, oí que uno de mis compañeros susurraba y me miraba. Unos minutos después, toda la clase me miraba y se reía. El profesor tuvo que pedir que bajaran la voz. Como sea, terminé el examen y fui a tomar un descanso al pasillo. Mientras caminaba a mi casillero, noté que todos me miraban raro. Las personas me señalaban y se reían. Me sentí terriblemente incómoda, no entendía qué estaba pasando. Era como si fuera la protagonista de una película o algo por el estilo. Pronto descubrí de qué se trataba. Para ser más precisa, vi la razón de las burlas. Alguien había enviado una foto mía por todo el campus. Y debo decir que era una foto muy personal, no estaba hecha para ser vista por todo el mundo. Se la había enviado a mi novio. Ya sabes, a veces las personas se extrañan y… No tengo que explicártelo, ¡¿o sí?! Uf, ¡jamás imaginé que tantas personas la verían! Estaba terriblemente avergonzada y molesta. Solo tenía a un posible sospechoso en mente; fui a verlo en ese mismo instante para averiguar la verdad.

Supuse que se trataba de Eric. Era mi exnovio, de seguro lo había hecho para vengarse de mí. Sucede que no habíamos terminado en muy buenos términos. De hecho, había sido todo un escándalo. Salimos durante unos meses, y un día comencé a sospechar que no era su única novia. La razón de mis sospechas era su compañera Julia. La ayudaba constantemente con sus estudios, siempre formaban pareja en los proyectos de ciencia y pasaban mucho tiempo juntos. En un punto, comenzó a usar a Julia como excusa para no estar conmigo. Como si fuera poco, comencé a oír rumores de que Julia tenía novio, pero que no revelaba de quién se trataba. No soy Sherlock Holmes, pero sumé dos más dos y me di cuenta de que eran más que amigos. Así que un día fui a la cafetería y, cuando los encontré juntos, perdí toda mi compostura. Comencé a gritarle y a insultar a los dos. Nos peleamos y rompí con él frente a todo el mundo. Por eso, supuse que Eric se estaba vengando de