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¡Hola a todos! Me llamo Mark y tengo 20 años. Mi historia es la más romántica y horrible que haya vivido. Estaba tan feliz cuando conocí a la chica de mis sueños… Y ahora lamento saber que estaremos unidos por el resto de nuestras vidas.
Soy muy bueno en snowboard. En una ocasión, viajé a Aspen para pasar dos semanas en una de las mejores pistas de los EE. UU. Después de un paseo, justo cuando acababa de regresar a la base, alguien me chocó desde atrás por accidente, y los dos caímos sobre la nieve.
Como ella llevaba ropa de invierno, lo único que llegué a ver fueron sus ojos. Pero, cielos, eran los ojos más hermosos que hubiera visto. Se levantó y regresó con sus amigos, mientras yo me quedaba quieto como un bobo y la miraba alejarse.
Nunca imaginé que sería capaz de obsesionarme tanto con alguien. Interrogué a la mitad del personal del hotel para averiguar quién era esa chica o en qué habitación se hospedaba, pero nadie pudo ayudarme. Hasta que, un día, la vi en la fila para subir a la pista. Corrí hacia ella tan rápido como pude, pero me resbalé y caí a sus pies como un completo idiota. Ella se rio, al igual que todos en la fila. Después de insistirle un poco, aceptó verme en el vestíbulo del hotel a las 7 de la tarde.
Nuestra cita no comenzó muy bien que digamos. En pocas palabras, resultó ser que Helen tenía unas cuantas cicatrices muy visibles en la mitad inferior de la cara. Le habían quedado después de un incendio en la casa de su familia, unos años atrás. Su apariencia le traía mucha inseguridad. No puedo decir que sus cicatrices no arruinaban su para nada aspecto, eso sería una mentira. Pero conversamos un buen rato. Después de oír su risa encantadora y ver sus ojos hipnóticos un millón de veces, decidí que lo único que quería en la vida era estar con ella.
La amaba más que a nada en el mundo, solo quería hacerla feliz. Así que un día vendí mi auto y le regalé el dinero. Al sumar sus propios ahorros, por fin le alcanzó para realizarse la cirugía plástica. No te imaginas la felicidad de Helen cuando se definió el día de la operación. Justo antes de que las enfermeras comenzaran a prepararla, me arrodillé y le propuse matrimonio. Ella aceptó y lloró de felicidad, dijo que yo era un ángel que había cambiado su vida por completo.
Cuando el período de rehabilitación se terminó, salimos a celebrar nuestro compromiso a un r