Bogotá, 25 abr (EFE).- Carlos Pizarro Leongómez sabía que la firma de la paz con el Gobierno colombiano era también su sentencia de muerte. El 26 de abril de 1990, menos de dos meses después de dejar las armas como comandante de la guerrilla del M-19, fue asesinado, un crimen que sacudió al país y que 30 años después sigue en la impunidad.
Esa convicción, no temor, la expresó muchas veces a sus familiares y a su entorno, la última de ellas la noche anterior al asesinato cuando acudió a un restaurante en Bogotá para cenar con amigos a los que no había visto en años por su militancia guerrillera.
IMÁGENES: ARCHIVO EFE Y CENTRO DE DOCUMENTACIÓN Y CULTURA PARA LA PAZ.