No estamos seguros de que el socialista Pedro Sánchez ande insomne, que sería su estado lógico a tener de lo que decía en campaña electoral sobre los chavistas de Podemos, pero lo que parece evidente es que España está sonámbula.
O atontada, porque la ciudadanía apenas reacciona y nos estamos jugando el futturo.
La reunión de la mesa de desguace de España que ha organizado este 26 de febrero de 2020 Sánchez en La Moncloa, con la única meta de que los separatistas le sellen sus presupuestos a cualquier precio, es un engendro inaceptable y debe ser denunciada con énfasis.
Hace solo dos años, un disparate así, que orilla todo nuestro sistema institucional, habría provocado un enorme escándalo social y mediático. Pero la sociedad española está adormilada, bien mecida por una eficaz propaganda a través del cuasi monopolio televisivo del «progresismo».
Como recuerda Liberal Enfurruñada en OKdiario, la obsesión de Pablo Iglesias por controlar el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) es una constante desde que en 2008 Hugo Chávez le diera más de 7 millones de euros a través de la fundación CEPS para “que en España puedan crear consensos de fuerzas políticas y movimientos sociales, propiciando en ese país cambios políticos aún más afines al gobierno bolivariano”, lo que le permitió fundar su propio partido político personal poco después y llegar a vicepresidente del Gobierno de España.