En medio del brote del nuevo coronavirus que surgió en China, el cual ha causado 908 muertos y ha contagiado a más de 40.000 personas, César Miguel Rondón halló a un ingeniero químico venezolano, Rainer Alberto Pérez Díaz, radicado en la ciudad de Wuhan, donde se originó la epidemia.
Allí, encerrado las 24 horas del día en la habitación de su residencia estudiantil, transcurren los días para este venezolano, de 26 años de edad, quien se radicó en esta ciudad a mediados del año 2018.
"Desde principios de diciembre, se escuchaba que algo sucedía. No se tenían noticias claras de qué sucedía, pero sí se sabía y se rumoraba que algo estaba sucediendo. Sin embargo, no fue sino hasta a principios de enero que se confirma que hay un nuevo virus que estaba expandiéndose por toda la ciudad", cuenta el joven.
En su relato, Pérez Díaz reconoce que ha sentido miedo, sobre todo cuando se confirmó la existencia del nuevo virus. "Literalmente, me enfrentaba a algo que nunca antes había vivido en toda mi vida. Sí, mucho miedo y algo de desesperación".
Este estudiante venezolano intentó abandonar la ciudad a través de diferentes métodos, primero por vía aérea, pero su vuelo fue cancelado; luego desde una ciudad cercana, pero llegar hasta allí fue imposible por la falta de transporte. "No tuve más remedio que regresar a Wuhan y cumplir la cuarentena", dice.