“La muerte de mi hija es mi mayor temor”
“Tenemos dos opciones: o nos trasplantan o nuestros niños se mueren”, aseveró Dexy Materán, madre de María Marcano de 13 años de edad, quien tiene año y medio esperando un trasplante de médula. Entre lágrimas confesó: “La muerte de mi hija es mi mayor temor, es mi única hija hembra”.
Este jueves, un grupo de padres y representantes protestó a las afueras del Hospital José Manuel de los Ríos por el mal estado del centro médico y la restricción de servicios, que ha imposibilitado a los pacientes recibir los tratamientos necesarios para preservar su vida.
Los manifestantes denunciaron que el quirófano no presta servicio desde hace aproximadamente un mes, por falta de agua y estar presuntamente contaminado. “Me afecta porque hay varios niños que estuvieron en ese quirófano y lamentablemente dos perdieron la vida, porque se estima que hay una bacteria”, denunció Evelyn Fernández, madre de una paciente con calcemia mayor, que requiere transfusiones de sangre cada 15 o 22 días, para lo que necesitan el quirófano.
Nuris Rondón, madre de una paciente de hematología, ratificó el testimonio de Fernández. “El quirófano está completamente cerrado, lo que impide el tratamiento de los niños y su enfermedad puede avanzar. Queremos que ellos se curen porque esta es una lucha que tenemos desde hace muchos años”.
La falta de insumos se suma al calvario que viven los venezolanos con problemas de salud. Génesis Chaparro, madre de una paciente leucemia linfoblástica aguda y que debe recibir quimioterapia, aseguró que desde diciembre del año pasado le ha tocado padecer junto a su hija las consecuencias de la escasez y deficiencia del servicio, ya que ha perdido dos sesiones de su tratamiento.
“Actualmente se encuentra cerrad. Están suspendidas las consultas porque no hay agua, los aires no están funcionando, no hay medicamentos, las quimios casi nunca hay y es bastante difícil. No hay reactivos para hacer los exámenes, hay que hacerlos por fuera cuando lo amerita y están bastante costosos porque es algo que hay que hacerle a ellos casi que semanalmente”, dijo Chaparro.
Larga espera
Materán aseveró que la espera en ocasiones es más larga que las mismas esperanzas. “Mi hija tiene año y medio en esa lista de espera y cada vez que viene se decae más. El 17 de enero cumplió 13 años de edad y el único regalo que quiere es su trasplante de médula, pero hay niños que tienen 18 años esperando. Mi hija tiene una compañera que se llama Cristina Zambrano, que tiene 18 años esperando ser trasplantada o morir”.
Agregó: “Yo no tengo las posibilidades de hacerle esa operación. No tengo el dinero ni para sacar el pasaporte para irme; así sea pidiendo cola para otro país. De dónde vamos a sacar nosotros los padres ese dinero si a veces no tenemos ni para pagar el pasaje para venir al hospital”.