La vida despierta en torno a la cabaña del abuelo y los rayos de sol penetran a raudales a través de la ventana como si quisieran saludar a Heidi. Al despertar, Heidi se da cuenta de que no estaba soñando y que está en la casa del abuelo. Por la mañana, el abuelo la deja ir con Pedro a los pastos donde Pedro le cuenta que allí podrá ver al gavilán el señor de las cumbres y las dormilonas.