Es la fuerza del instinto y que a vista de águila, un niño no es muy diferente que un cordero o una liebre.
Ocurrió durante un festival étnico, celebrado a orillas del lago Issyk-Kul, en Kirguistán.
Había caballos, competiciones, perros de pelea y mucha cetrería, a lo que los locales son muy aficionados desde tiempos de Genghis Khan.
Y la pequeña, sin darse cuenta, entró en una zona de acceso restringido que había sido designada especialmente para realizar exhibiciones de caza.
Fue entonces cuando el águila vio a la menor, rápidamente voló en su dirección, se lanzó en picado y la aferró por la espalda con sus garras, tirándola y reteniéndola sobre el suelo, como si fuera un conejo.
Se salvó la criatura, porque acudió a toda prisa el cetrero. Unos segundos más y el águila la hubiera matado a picotazos.