Santiago de Chile, 17 nov (EFE), (Imágenes:Rodrigo Saez).- Hemorragias nasales, conjuntivitis, dermatitis o tos aguda. Son algunos de los síntomas que sufren los residentes de un barrio del centro de Santiago desde hace un mes y que provoca un nocivo vecino que llegó con el inicio de la mayor crisis de la democracia chilena: el gas lacrimógeno.
Karen Mariángel vive en una bocacalle a pocos metros de Plaza Italia, el epicentro del estallido social, y cada tarde se enclaustra en casa con sus hijas a partir de las 5. Cierra bien las ventanas y enciende los purificadores de aire. Es la hora a la que comienzan las manifestaciones y las fuerzas de seguridad recurren al gas lacrimógeno para disiparlas.
Edición y locución: Ana Gabriela Santamaría.
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