Una maqueta muy precisa de la villa paquistaní donde vivía Osama bin Laden, una foto de la camioneta todo terreno de uno de los principales mensajeros del jefe de Al Qaida, las dudas de Barack Obama antes de aprobar el ataque contra su casa: una exposición en Nueva York recorre los 10 años de caza del cerebro de los atentados más sangrientos de la historia, y celebra a su paso la tenacidad de los servicios de inteligencia estadounidenses.