¡Hola! Soy Eleanor. ¿Sabes lo valiente que tiene que ser una persona para revelar sus verdaderos sentimientos a alguien más? Yo no. Quiero decir, descubrí que no soy tan fuerte como pensaba. Velo por ti mismo.

Para ser honesta, nunca en mi vida había pensado en el amor. Mi mamá siempre dijo que me iría mejor en la vida si apostaba más a mi intelecto que a mi apariencia, así que me enfoqué en mis estudios. No tenía tacones altos ni cosméticos. Pero, de pronto, ocurrió algo dentro de mí, y no pude hacer nada al respecto. Me enamoré.

Hay un chico en mi escuela, Victor. Y creo que me gusta mucho. No sé si es mala suerte o qué, pero no tenemos ninguna razón para iniciar una conversación. Recuerdo que, en una ocasión, intentó preguntarme algo acerca de un compañero mío que era amigo de él. Yo estaba tan asustada de que me viera sonrojada y descubriera mi pasión secreta que me fui a toda velocidad, diciéndole que no era su secretaria ni la mesa de informes, que tuviera en cuenta esas cosas la próxima vez.

Pero un simple almuerzo en la cafetería de la escuela cambió todo. Mi mejor amiga, Alice, me contó que, en una ocasión, quiso saber si su novio, Kevin, la estaba engañando. Se creó una página falsa de Facebook y comenzó a hablar con su pareja, fingiendo que era otra chica. Afortunadamente, él no se mostró interesado, y aún siguen saliendo, pero esa historia me dio una idea.

Fue entonces cuando inicié una nueva vida, o, mejor dicho, una vida nueva en Facebook. Victor ya era mi amigo en esa página, pero yo era demasiado tímida para hablarle, así que cree una cuenta falsa. Subí muchas fotos de una chica rubia, alta y atlética llamada Sofía. Comencé a visitar activamente la página de Victor, dejé un rastro de pulgares arriba y comentarios. Él notó a esta chica rubia de inmediato, y pronto comenzamos a tener conversaciones breves. Me aseguré de que nadie, ni siquiera Alice, supiera que Victor me gustaba. No quería ser una acosadora, pero con el tiempo apareció una sensación cada vez más fuerte de que estaba convirtiéndome en una.

Supe que tenía que detenerme cuando comenzó a irme mal en la escuela porque olvidaba hacer la tarea. Mis calificaciones bajaron mucho. Mi mamá parecía preocupada, quizá recuerdes que a ella le encantaba que yo fuera una devoradora de libros. Nunca antes le había mentido, pero ahora inventaba todo tipo de excusas para no estudiar bien. Supongo que esos dos meses de obsesión me transformaron en una persona completamente distinta.

Sin embargo, Francia me salvo. Sabía de alguna forma que Victor iba a pasar los próximos 6 meses mejorando su francés en París. Comprendí que por fin había llegado el momento, era una señal del universo para acabar con mi doble vida. Para terminar con todo eso y no volver a caer, le conté todo a mi mamá. Me sorprendió descubrir que ella se sentía culpable por mis acciones. “Lo siento, cariño”, dijo, “no me di cuenta de lo