El protagonista es el conductor, sin duda el más patoso del mundo, pero hay que echarles de comer aparte a los vigilantes del aparcamiento, que se parten la caja de risa observando las pifias y sufrimientos del desventurado que intenta salir del párking, con tan poco éxito como exceso de tropiezos. Por razones inexplicables, el coche se va hacía atrás, tanto que llega a arrancar de cuajo la barrera de salida.
La mala fortuna del conductor no acaba aquí, porque la barra llega a romper la luna trasera del coche. Al final el conductor, harto, decide salir del párking, llevándose la barrera metida en el vehículo.