Todos los domingos a las 12:30 p.m. el estacionamiento de la Basílica de La Chiquinquirá en Caracas colapsa. Los asientos del templo resultan insuficientes para recibir a la gente y no quedó otra que colocar sillas de plástico en un intento de que nadie escuche la misa de pie.

La razón se debe a que esa ceremonia religiosa la oficia fray Luis Salazar, un fraile de la congregación de los franciscanos capuchinos de 32 años, quien este mes de septiembre cumple dos años de haber sido designado como párroco de esta iglesia.

Una misa para “escuchar a fray Luis”, como se escucha comúnmente, congrega a hombres y mujeres de todas las edades, y de diferentes niveles socio-económicos o posiciones ante la vida. Casi que un ejemplo de democracia, equidad, igualdad y tolerancia en un país políticamente dividido y polarizado como Venezuela.

Algo insospechado: logra captar la atención de los niños, quienes en muchos casos se olvidan de jugar con el celular de sus padres durante la misa y se le acercan al momento de darse la paz. Su hablar –con todos los modismos y jergas propios de su natal Maracaibo- genera risas y carcajadas. Al final, la gente sale con una sonrisas y no faltan exclamaciones de señoras: “Este cura me encanta”, jóvenes que sentencian: “con este cura no me ladillo en misa”; o caballeros que entre sí se dicen: “la forma como habla y explica me deja claro lo que escribió San Lucas”.

Este religioso no se ha conformado a que la palabra de Dios y el Evangelio se quede en la misa dominical y por eso se ha convertido en todo un ejemplo de uso de las redes sociales, principalmente Instagram a través de su cuenta verificada @flas7.0 donde en 60 segundos tiene su sección “Vivir El Evangelio” y no conforme recurre a campañas de intriga propias del mercadeo para dar un avance sobre lo que versarán las lecturas de La Biblia del siguiente domingo.
“Definitivamente las redes sociales son el nuevo púlpito de la Iglesia Católica, son la nueva Iglesia Digital que debemos atender”, comenta fray Luis haciendo referencia a las personas que no acuden a misa pero la jerarquía eclesiástica tiene la misión y el mandato de llegarles.

De los cuatro evangelistas, fray Luis se considera un fanático de las lecturas de San Juan, pero también es un fan del cine, sobretodo el de ciencia ficción, y por eso no debe extrañar que tenga una visión bíblica de “Matrix”. Señala que escogió ser capuchino porque es la congregación que le dio sentido a su vida y en la conversación fue tajante en tres puntos polémicos que en el mundo laico se le critican a la Iglesia Católica: que las mujeres sean sacerdotes, el aborto y la negación del matrimonio para parejas del mismo sexo.

Al respecto señala que las mujeres tiene un protagonismo tan importante al del hombre en el mundo católico contemporáneo, considera al aborto como un aborto, y recuerda el reconocimiento que tiene el Vaticano a los gays y lesbianas.