Esta es Alicia. Quiere compartir su historia porque necesita saber que no está sola. Hace un año, ella era una niña feliz y su problema más serio era que hablaran de ella a sus espaldas en la escuela. ¡Ahora desearía poder regresar en el tiempo y decirse a sí misma que su vida era maravillosa! Hoy tiene 13 años y está tan cansada...
Todo comenzó un día en la clase de inglés. El director entró y le pidió a Alicia que saliera. Parecía muy preocupado, y ella se puso nerviosa al instante. Cuando llegaron a su oficina, le pidió que se sentara y le dijo que alguien en su familia había tenido un problema. La mamá de Alicia estaba camino a la escuela en el auto y sufrió un choque terrible. “Muy terrible”, dijo, "sé fuerte, Alicia. Está viva, pero en el hospital. Los doctores están analizando qué tan grave es el daño. Por favor, quédate aquí, hasta que tu padre venga a buscarte".
Alicia no lloró, estaba en una especie de estado de choque emocional. El director le dio un poco de agua y llamó a la psicóloga de la escuela. Ella intentó hablarle, pero Alicia no dijo una palabra. Ni siquiera habló cuando su papá fue a buscarla, tampoco cuando la llevó a la casa. Solo tenía un pensamiento: "Querido Dios, si existes, haz que mi mamá esté bien y saludable, y seré una niña buena para siempre". Luego llegaron las horribles noticias del hospital: su mamá estaba en coma y había sufrido un daño cerebral muy serio.
Lo único que podían hacer era rezar para que saliera del coma. Esta situación duró unas cuantas semanas. Alicia y su papá y eran como robots: se despertaban, desayunaban, hacían sus cosas, regresaban a casa, miraban televisión y volvían a dormir. Ella solo podía pensar en una cosa, y no lograba concentrarse en nada más. Tenía la sensación física de estar envejeciendo por tanta espera. Estaba segura de que, si se miraba en el espejo, se vería con cabello blanco y sus primeras arrugas.
Cuando llegaron las noticias, Alicia no supo cómo aceptarlas. Por fin, su mamá se había despertado, eso era lo bueno. Lo malo era que, según los doctores, el daño cerebral era grave. Eso significaba que su mamá no hablaba ni reaccionaba ni reconocía a nadie. Lo llamaban estado vegetativo, pero en realidad era como un estado "vegetal". Eso quería decir que, a lo mucho, la persona solo podía respirar. Alicia se sentía horrible. Visitaba a su mamá con frecuencia, la miraba y se encontraba con un caparazón de ella, mientras que su verdadera madre parecía haberse ido. Le gustaba pensar que, por más que ella no estuviera ahí, tarde o temprano tendría que regresar. Pero los doctores dijeron que nadie sabía cómo reaccionaría al tratamiento.
Los doctores, las enfermeras, Alicia y su papá hicieron todo lo que pudieron para despertarla. Alicia pasaba horas y horas leyéndole historias, con la esperanza de que la oyera. Por fin, un glorioso día, notó que, mientras le leía, ella movía sus ojos en su dirección, como si la estuviera escuchando. ¡Era un milagro! Corrió por la sala gritando feliz