21 de julio de 2009. Mientras en público la entonces secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, anunciaba denuncias por las filtraciones, recibía a sindicatos policiales en su despacho. Esa misma tarde, en el mismo despacho, veía al comisario Villarejo. Cita top secret en la planta séptima de Génova para conocer los secretos del caso que había estallado cinco meses antes: Gürtel. Con ellos, el marido de Cospedal, Ignacio López de Hierro. La mayor preocupación, no ser vistos. Villarejo y López del Hierro se habían ocupado de los detalles: que fuera a las seis y media de la tarde de un 21 de julio y que que el comisario entrara por el garaje en un coche tintado. Un día después, el tesorero nacional del PP y senador Luis Bárcenas declaró en el Tribunal Supremo y sólo una semana más tarde dimitió. La pesadilla Gürtel seguía creciendo.
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