Tenía quince años, salía de clases de flauta y desapareció enigmáticamente un día de junio de 1983. Emanuela Orlandi era hija de un colaborador muy cercano a Juan Pablo II en temas financieros y por eso vivían en el Vaticano. Un oscuro caso que lleva 35 años inquietando a Italia y que ha resucitado esta semana con la aparición de los huesos de dos mujeres en unas reformas en la nunciatura apostólica. Dos soldados custodian el lugar del hallazgo; si el ADN está en buen estado se podría saber si son de la chica y quizá de otra menor,también desaparecida 40 días antes que Emanuella. La prensa especula sobre si fue secuestrada por un capo de la mafia romana para saldar cuentas por la información que manejaba el padre, todo enredado en un cóctel donde no faltan los oscuros servicios secretos vaticanos y una niña perdida.
-Redacción-