Una cámara, un vídeo y la imagen de un hombre que se parecía a Pablo Ibar fueron las únicas pruebas en su primer juicio por el triple asesinato cometido en 1994 en Florida. Ni huellas dactilares, ni ADN de Pablo Ibar, ninguna otra evidencia incriminatoria se encontró en el escenario del crimen en el que fueron asesinados dos mujeres y un hombre. Pablo se presentó a su primer juicio con un abogado de oficio sin apenas preparación y acabó condenado a muerte. Dieciséis años estuvo en el corredor de la muerte esperando la repetición de un juicio que consideraba lleno de irregularidades. En 2016 el Tribunal Superior de Justicia de Florida consideró que las pruebas eran "escasas y endebles" y ordenó repetir el juicio. 20 años después del crimen la Fiscalía presentaba entonces un pequeño resto de ADN en una camiseta con la que uno de los asesinos se limpió la cara. Una prueba poco fiable que podía ser fruto de una contaminación en el laboratorio, según su defensa. Este mes de enero Ibar recibía la decisión del jurado que lo volvía a considerar culpable entre denuncias de presiones. Llegó a perder los papeles acusando al juez de parcialidad. La falta de unanimidad del jurado le saca del corredor de la muerte pero él volverá a insistir en su inocencia.
-Redacción-