El escándalo por el empleo ficticio de su mujer está pasando factura a François Fillon, el candidato de la derecha, al que todos veían como próximo presidente de Francia. Por más que intentara justificar que su esposa trabajó para él como asesora,  no ayuda que ella haya repetido, en diversas ocasiones, que no se mezclaba en los asuntos de su marido. Y por si no fuera suficiente, en la misma entrevista, Fillon confesó que también dos hijos suyos fueron contratados como abogados, cuando todavía eran estudiantes. Este turbio asunto es munición para Marine Le Pen. Sin conocerse todavía el nombre definitivo del candidato socialista, que saldrá de las primarias de mañana, las encuestas decían que la ultraderechista arrasaría en la primera vuelta de las presidenciales y que Fillon pasaría como segundo. Así pues, en segunda ronda, los socialistas y parte de la izquierda muy probalemente apoyarían a Fillon, más moderado, para cortar el paso a Le Pen. Pero ahora estas cábalas hacen aguas. El 60% de los franceses desconfía de él y en su partido preparan su relevo por si se viera obligado a renunciar.