Magdalena tiene 57 y ha superado un cánce de mama pero las secuelas de la enfermedad han mermado sus fuerzas y tiene dolores. Su médico de familia y su oncóloga consideran que no debería trabajar pero los inspectores de la Sanidad Pública le han dado el alta. Ella no puede hacer el trabajo sola y son sus compañeras de la Ría de Pontevedra las que la ayudan para que se gane el sueldo. El Defensor del Paciente ha escrito a la Ministra de Sanidad para que se reconsidere el caso de esta mariscadora.