Un alivio volver al hogar, intacto. Porque ella, la presa de Oroville, y sus imponentes doscientos treinta metros de altura, da un respiro a los casi doscientos mil californianos evacuados. Todos echan una mano. Los trabajos de ingeniería han contenido el desastre. Se ha drenado el agua suficiente para que la lluvia de los próximos días -que se espera abundante- no desborde la presa. Y con estas piedras, intentan rellenar el boquete. Pero el embalse más grande de Estados Unidos sigue siguiendo peligroso. Las autoridades advierten: los vecinos pueden quedarse en sus casas y abrir los negocios, pero deben estar preparados para volver a evacuar.
-Redacción-