Toda una vida dedicada en cuerpo y alma, exclusivamente, a la política. Susana Díaz ha sido concejala, diputada, senadora, consejera y presidenta de Andalucía. Una carrera fraguada en juventudes socialistas y que se vio catapultada con la caída de Chaves y Griñán, que la había designado como su mano derecha. Como tal, accedió a dirigir la Junta. Y en el partido, fue la única en reunir los avales. No tuvo rival en las primarias del PSOE andaluz en 2013. De hecho, no fue hasta 2015 donde se ganó en las urnas su cargo. En las urnas y negociando. Ni con PP ni con Podemos era su premisa. Y fue, efectivamente, con Ciudadanos con los que logró llegar a un acuerdo. Que estaba sólo por Andalucía, decía entonces. Pero mucho ha ocurrido en estos dos años, porque esto, que estaría siempre apoyando al secretario general, ya no es exactamente así. Se volcó con Pedro Sánchez en las primeras y en las segundas elecciones. Pero el intento de formar Gobierno con Podemos y necesitar a los nacionalistas, hizo que ella, y otros barones, movieran ficha. Y el 1 de octubre se consuma la salida en el comité federal más reñido, literalmente, de la historia reciente del PSOE. De ahí, a la abstención para permitir gobernar a Rajoy. Y la convocatoria del Congreso, con primarias, en las que tras darle vueltas y más vueltas, que estaría en la cabeza o en la cola, se medirá a Patxi López y a Pedro Sánchez. Y de ganar, lo hará con el hándicap de que no es diputada en el Congreso. Será la líder, pero fuera del Parlamento.