Zanabu escapó de su familia en Costa de Marfil para salvar a su hija Oumoh de la ablación, una práctica terrible que castra a miles de niñas en África. Huyeron a Túnez pero Zanabu tuvo que ausentarse unos días. Dejó a la pequeña con una supuesta amiga y cuando regresó habían desaparecido. Ambas habían subido a una embarcación rumbo a Italia. La Guardia Costera rescató a la niña, que se había quedado sola, y acabó en un centro de refugiados. Pero una casualidad hizo que otra niña inmigrante, compañera de juegos en Túnez, la reconociera. Su madre aún conservaba el número de teléfono de Zanabu. Cinco meses después, llega a Palermo para reunirse con su hija.
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