Fue un debate, por llamarlo de alguna manera, en el que Theresa May habló primero y, ya cuando se fue del estudio, lo hizo su oponente, el laborista Jeremy Corbyn. La primera ministra británica dijo literalmente que, sin necesidad de hacerlo, había tenido pelotas para convocar estas elecciones. Sin embargo, no las tuvo para debatir cara a cara con Corbyn. Tuvo que enfrentarse, eso sí, a las preguntas del público. May defendió su capacidad para negociar con Bruselas un Bréxit ventajoso para el Reino Unido. El Bréxit fue también objeto de las primeras preguntas para Corbyn, quien, de entrada ya se ganó a la audiencia, calificando de vergonzosa la negativa de la premier a debatir con él. El laborista, sobre las negociaciones con los 27, aseguró que garantizaría los derechos de los comunitarios que viven el Reino Unido. Aunque sus posibilidades de llegar a Downing Street han aumentado, ya que los sondeos recortan la distancia que le saca May a sólo 3 puntos, Corbyn descarta un pacto con los nacionalistas. El escenario presenta, por lo tanto, gran incertidumbre, dado que la primer ministra, que tenía las elecciones ganadas, puede quedarse sin mayoría absoluta, con la que contaba para refozar su postura de un Bréxit duro.
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