600 Familias de un barrio de Constantí, en Tarragona, tienen miedo de morir en la puerta de su propia casa. Cada día ven cómo se desprenden partes del techo y crecen las grietas en las escaleras. Los pies de los más pequeños pueden quedarse atrapados con mucha facilidad y la tierra se mueve peligrosamente debajo de los edificios. El municipio se levanta sobre arcillas expansivas, que se dilatan o contraen en función de la humedad y generan desplazamientos en el suelo. Pero la mano del hombre podría haber acentuado los movimientos. Hace diez años aparecieron las primeras grietas, pero el problema se ha descontrolado. El Ayuntamiento y la Generalitat dependen de los informes técnicos, unos informes que para muchos vecinos llevan demasiado tiempo sin dar una conclusión.
-Redacción-