Un paisaje devastado y el olor aún a ceniza es lo primero que se encuentran los turistas al llegar a Doñana una semana después del incendio.Lo que antes era una extensión verde, ahora se tiñe de blanco y negro. Aunque esto no ha frenado a los que ya lo tenían todo preparado para sus vacaciones.Ahora el principal objetivo es volver a levantarlo todo de nuevo. Un bosque de pinos a los pies de la playa. Esa misma playa que ha cambiado la nube de humo de la semana pasada por un cielo azul y una arena casi sin hueco para plantar la sombrilla.Un mar azul que contrasta con el negro de Doñana que tardará en volver a ser verde.