Marzo de 2016. La policía local de Vilvoorde, en Bélgica sospecha de Albdelbaki es Satty y hace una consulta informal por email al número dos de los Mossos, para saber qué datos hay sobre el imán y si se le suponen lazos radicales. Sin consultar a Interior, el jefe de análisis estratégicos contesta que le tienen fuera de radar. Solo les consta una vinculación por apellido en un sumario sobre yihadismo. El imán había sido condenado por tráfico de drogas entre 2010 y 2014, pero además, era primo de uno de los detenidos en la Operación Chacal de 2006 y aquí llegan los reproches cruzados. Mossos y Policía Nacional no comparten toda la información. Que se compartan las bases de datos es una controversias sin resolver. Hoy los partidos nacionalistas han vuelto a reclamar que los Mossos tengan acceso a Europol. Pero las críticas llegan en dos direcciones: los sindicatos mayoritarios de policía guardia civil denunciaron este martes, haber sido excluidos cuando se rechazó su ayuda en la investigación tras la explosión de Alcanar. A pesar de todo, el gobierno oficialmente insiste en los mensajes de unidad y coordinación.