El terrorista del atentado en Nueva York eligió la noche de Halloween para hacer el máximo daño posible. Lo estuvo planeando desde hace un año, según la fiscalía, y hasta ensayó varias veces con una furgoneta, con la que tenía intención de atacar el puente de Brooklyn. Después de ser dado de alta del hospital, donde ha pedido colgar una bandera del Daesh tras mostrarse orgulloso del atropello, ha comparecido ante el juez. Esposado y con grilletes en los pies, en una silla de ruedas, ha sido acusado por terrorismo y se enfrenta a una condena de cadena perpetua. Natural de Uzbekistán, de 29 años, casado y con tres hijos, este chófer fue adoctrinado a través del teléfono móvil. En el vehículo alquilado que ya ha sido retirado, se han encontrado varios cuchillos y una nota en árabe a favor del Daesh. Tras revisar palmo a palmo la zona del ataque, el FBI ha encontrado al segundo sospechoso, un hombre 32 años, también de nacionalidad uzbeka, aunque de momento no se han dado más detalles. Mientras, Trump ha aprovechado el atentado para atacar la inmigración. Ha pedido el fin de la lotería de visados con la que el detenido entró en Estados Unidos hace 7 años. Ha pedido que se le aplique la pena de muerte.
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