Con el tren de la muerte, con uno de esos vagones que trasladaron a tantos judíos hacia Auschwitz  arranca este viaje hacia el horror.Estremece ver de cerca un pedazo de la valla electrificada que rodeaba el campo la lata de gas zyklon B, el  utilizado en las cámaras de gas, la máscara que se puso Rudolf Hess, comandante de las SS, para ser testigo de la primera de aquellas ejecuciones masivas. Son objetos que hablan a gritos al visitante, objetos que hielan la sangre, como la camilla donde el doctor Mengele hacía sus experimentos con mellizos, o las literas de madera, para tres cuerpos, en las que descansaron y tal vez murieron muchos judíos.Han traído hasta aquí las maletas con las que viajaban los deportados hacia la muerte, sus objetos personales, sus uniformes, su mala estrella y hasta un verdadero barracón del campo de  exterminio. Una exposición para no olvidar. "No hace mucho, no muy lejos", se llama la exposición, porque solo 2754 kilómetros y 75 años nos separan de esta pesadilla.
-Redacción-