El sonido del viento es una de las pruebas de la anomalía, porque si todo fuera como es debido, se escucharía el trompeteo de miles de grullas que por estas fechas habitarían la Laguna de Gallocanta, el mayor humedal salado de Europa, en Zaragoza. Porque la laguna está seca; queda la costra de la sal en la tierra, pero sin agua las aves siguen ruta hacia el sur. La esperanza es que el tiempo de migración acaba de empezar. El mismo deseo perentorio manifiestan en las poblaciones cercanas a este embalse de Contreras, entre Cuenca y Valencia. A la desgracia de la sequía se suman dos agujeros por los que se pierden miles de litros, no se sabe hacia qué sima. Su sellado es costoso pero parece inevitable para que no empeore, aún más, lo que ya es dramático.
-Redacción-