De sus 50 años de vida ha pasado 22 en prisión. Su primera condena fue de 17 años. En un permiso, se ganó otra condena por amezanar a una mujer y al año siguiente se fugó en otra salida, lo que prolongó dos años su ingreso. El guardia civil que lo detuvo tras su primer asesinato cree que es un hombre frío al que le da igual estar en prisión. Lo confirman los funcionarios de la prisión en la que ha estado los últimos años. En la cárcel, dicen, se desenvuelve prefectamente, sabe cómo se tiene que comportar para conseguir permisos y un empleo en la prisión. De hecho, no se le consideraba un preso peligroso y por su comportamiento consiguió trabajo de fontanero.