Laura habría acudido sin dudarlo a la Plaza Mayor de Salamanca con la camiseta embadurnada de rojo y se habría dejado caer para gritar en silencio que "ni una más". Así han condenado sus compañeros de la Facultad de Bellas Artes su asesinato. Ella también combatía con el arte el machismo. Fue feliz de becaria en la Biblioteca Nacional y todo el mundo quería convertirse en una de sus caricaturas. Feliz estuvo también en Valencia completando su formación, donde hoy la recuerdan entre lágrimas, música y pinceles. Laura era una apasionada de la vida y de su oficio, y creía en la bondad humana, que hoy ha vuelto a dar la talla.
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