Manu Leguineche era un periodista todoterreno, viajero incansable, inagotable narrador, buena persona y maestro en su género. Empezó en el norte de castilla con Delibes como director y pronto echó a volar por el mundo para contar lo que pasaba. Fue un cronista incansable de los acontecimientos más importantes del siglo veinte. Los últimos años los ha pasado recluido en su casa intentando echar un órdago a una enfermedad que al final le ha ganado la partida.