Aquí, en este convento al oeste de Irlanda, fueron enterrados 796 niños. Una fosa común que hoy es urbanización. Los vecinos encontraron los esqueletos hace 30 años, pero pensaron que se trataba de las víctimas de la Gran hambruna irlandesa del siglo XIX. Sin ataúd ni lápidas, fueron unas monjas quienes, en secreto, sepultaron a los pequeños entre 1925 y 1961. Desde recién nacidos hasta los 8 años. Infecciones y malnutrición habrían sido las causas de la muerte. El convento albergaba a madres solteras y según la doctrina católica de la época, los bebés no podían ser bautizados. Entonces, se les enterraba en campos santos. Ahora los familiares junto con el alcalde, estudian la forma de conmemorarlos.