El Ayuntamiento de Barcelona repartirá una tarjeta de crédito con la que los más necesitados podrán pagar la comida en el supermercado. Cada semana o cada mes se les ingresará el dinero que les corresponda. El objetivo es evitar historias como las de Ramón. Llevaba tres años recurriendo a comedores sociales, pero a partir de ahora ya compra en una tienda de comida preparada con su propio ticket, que le ha dado Cáritas. Se trata de una forma discreta de ayuda. José Antonio es camionero en paro y reconoce que es duro hacer colas para poder comer y además, le causa vergüenza. Lo mismo le ocurre a Lisbeth, que tiene que acudir a una parroquia a por ropa y alimentos. Con 700 euros al mes, no le llega para mantener a sus cinco hijos. Por eso evita los servicios sociales. Son ideas para dignificar la lucha por seguir adelante.