En este cementerio descansan los perros de las familias que antiguamente cuidaban esta finca sevillana. La tumba más antigua es del año 1914, las últimas son de los 80. Los actuales dueños mantienen intacto este peculiar cementerio que invita a la meditación canina, y recuerda que para muchos, ellos también son difuntos.Mascotas que siguen dejando huella, aunque ya no estén.