Cada día que pasa aumenta el grosor, y la groseria de estos bodegones que adornan las calles creciendo con ellos la impotencia de la ciudadanía.Y el mal olor huele a miedo a lo que pueda aparecer. Nada bueno en ningún caso porque todos son problemas. Sólo queda un consuelo, y es que es invierno, sino este problema en verano sería todavía mucho más penoso. Eso mejor ni imaginarlo.