Desde las 5 de la mañana está en vigor algo más que un gesto de Damasco. Un  alto el fuego deseado por la comunidad internacional, pero sobre todo por la castigada población siria. Un cese de la violencia del que desconfian tanto unos como otros. El plan de paz del enviado especial de la ONU y la Liga Arabe, Kofi Anan, no se cumple con exactitud. En él se contempla también la retirada de las fuerzas armadas de las ciudades, pero los tanques siguen ahí y ayer tuvieron mucho trabajo. Más de 100 personas murieron por los disparos del ejército. Damasco ha dicho que se mantiene en alerta para defenderse de los ataques de los grupos armados. El régimen considera a los rebeldes culpables de la violencia que recorre el país desde hace más de un año y que se ha cobrado al vida de más de 9.000 personas