Tesoros escondidos detrás de las cortinas, compartimentos secretos en las estanterías de la biblioteca; todo encajaría en el guión de una película de espías, pero se trata de la residencia del ex presidente tunecino Ben Alí. Millones de dólares y euros y collares de oro y diamantes, escondido todo en puntos estratégicos distribuidos en el palacio presidencial. Un alijo fruto de un régimen corrupto que vale una fortuna y que desde la televisión local del país aseguran será repartido entre los tunecinos, un pueblo cuyo producto interior bruto supera ligeramente los siete euros diarios.