José ha dejado de recorrer España con sus camiones para quedarse sentado junto al polígono donde antes cargaba mercancía. Lo hace, dice, porque ya no encuentra otra salida. Los primeros días estuvo en huelga de hambre, pero la dejó ayer. Su familia le pidió que no continuara. Ahogado por deudas que no puede pagar, José lleva 7 días y 7 noches acampado en una carretera solitaria y durmiendo en su camión. El problema viene porque no cobra. Le deben más de 20.000 euros. Por eso tiene tantas deudas acumuladas; tantas que ya no puede hacer frente a los gastos: sólo en gasoil y Seguridad Social debe casi 26.000 euros. Si no le pagan no puede mantener a sus dos trabajadores ni mover sus camiones, pero si no los mueve tampoco tiene de qué vivir. A sus 57 años y con más valor que esperanza, José asegura que está dispuesto a cualquier cosa. Los carteles colgados en el lateral de su camión son el ejemplo de su desesperación. "Vendo un riñón. No puedo más, por favor" reza uno de ellos escrito en letras rojas. Es el grito de auxilio de un padre de familia que sólo espera poder sacar a su familia de la ruina.