El primer ministro británico, Gordon Brown, rechazó como infundadas y maliciosas las acusaciones publicadas el domingo en un diario en las que se decía que había aterrorizado a sus subordinados mediante insultos y en algunos casos intimidándolos físicamente.Las acusaciones, contenidas en extractos de un nuevo libro publicados en The Observer, sitúan el carácter de Brown en el centro del debate político británico en el preámbulo de unas elecciones previstas para junio en las que las encuestas dan como perdedor al Partido Laborista, actualmente en el poder."Estas acusaciones malintencionadas carecen totalmente de base y nunca han sucedido en el número 10", dijo un comunicado de la oficina del primer ministro, situada en el número 10 de Downing Street.Las especulaciones sobre el comportamiento de Brown con su personal protagonizaron el domingo los informativos y las conversaciones de los ciudadanos, expulsando de la agenda un importante discurso de campaña que hizo el sábado para tratar de atraer a los votantes tentados por los Conservadores de la oposición.Los sondeos sitúan a los Conservadores bastante por delante del Laborismo, que lleva 13 años en el poder, aunque en las últimas semanas la brecha se ha reducido, y Brown está intentando montar un contraataque.Sin embargo, sus esperanzas de atraer la atención del público con sus promesas electorales se vieron truncadas por la publicación de extractos de un nuevo libro del columnista político del Observer Andrew Rawnsley.Entre otras acusaciones, Rawnsley escribió que durante sus ataques de ira, Brown había gritado a sus subordinados, agarrado a un ayudante del cuello de la camisa, y golpeado con el puño un asiento del coche, lo que llevó a otro colaborador a agacharse por miedo de recibir un golpe en la cara.