El cambio de hora al que acabamos de ajustarnos de cara a la inminente llegada del invierno puede afectar al sistema nervioso central y provocar alteraciones del sueño, tales como el insomnio o el cansancio por las mañanas, así como estados de irritabilidad o depresión. Así lo explica José Manuel Sánchez Torres, médico de familia del Hospital Sagrado Corazón de Sevilla. El verdadero motivo de este cambio de hora es el ahorro energético que se consigue al hacer coincidir las horas de sol con los momentos de mayor actividad. Según los expertos, los que más sufren este cambio son los ancianos y los niños, aunque afortunadamente se trata de síntomas leves y pasajeros a los que el cuerpo humano termina por adaptarse sin mayores consecuencias. Este cambio estacional y de horario es para algunos más llevadero que el que realizamos en primavera, ya que en esta ocasión el reloj se atrasa "y dormimos una hora más". Lo peor, "que los días son más cortos". En efecto, siete de cada 10 españoles reconocen sentirse más tristes con la llegada del invierno.