Aunque una inmensa mayoría de los españoles se declaran católicos, cada vez un porcentaje menor se confiesan también practicantes. Ir a misa cada domingo, por ejemplo, es un esfuerzo que cada vez menos creyentes están dispuestos a asumir. Así, la vocación religiosa también se desinfla: los seminarios están cada vez más vacíos. Pero también hay otros síntomas: el número de bodas civiles ya supera al de bodas religiosas.