Las altas y agresivas llamas han convertido al fuego de este año en el mayor desastre natural de la historia australiana. Un desastre que ya lleva una lista oficial de al menos 128 muertos y que seguirá subiendo conforme los bomberos entren en zonas menos accesibles.Desde el cielo se intuye la tragedia que a pie de calle es desoladora. Dos ciudades han sido literalmente borradas del mapa. Sus habitantes se refugian en los centros habilitados donde la falta de información sobre sus familias mina la moral de muchos. Mientras, los bomberos siguen luchando contra los 31 incendios activos. Cualquier ayuda es necesaria, sobre todo para los que están al borde de perderlo todo.