Antonio estaba acomplejado con su nariz y decidió operársela. El resultado: un coma irreversible. Le desentubaron antes de estar despierto, se ahogó en su propio vómito y eso le provocó graves daños cerebrales. Ahí comenzó la lucha de sus padres contra los médicos que le atendieron. Ya han agotado todas las vías judiciales posibles pero van a llevar el caso al Supremo y lo ha desestimado. Ahora la ley les obliga a pagar el coste de los juicios, acaban de recibir formalmente esa petición, les reclaman trescientos mil euros. Ni siquiera el Comité de Derechos Humanos ha atendido su caso. Por eso han tomado una decisión drástica, echarse a la calle con su hijo. Es la desesperación de a quién no le queda nada que peder, tan solo esperar.