La chispa que ha encendido medio Irán sigue ardiendo cuatro días después de las elecciones, y a los graves disturbios de la madrugada hay que sumar las primeras muertes. La marea humana que marchó ayer desafiando la prohibición acabó con siete manifestantes tiroteados por milicianos islámicos y varios heridos entre los que salieron a denunciar fraude electoral. El régimen intenta sin mucho éxito canalizar las mayores protestas desde la revolución del 79. El Consejo de Guardianes iraní, favorable a hacer un nuevo recuento de votos. Hoy están previstas dos protestas, una de la oposición y otra del Gobierno