Las imágenes siguen mostrando un Irán enfrentado en sus calles, donde la muerte es captada por los videoaficionados. Tiros incapaces de acallar las protestas. Ni los 13 muertos y ni los cientos de heridos del fin de semana. Los seguidores del opositor Musavi siguen, diez días después, mostrando su repulsa a unas elecciones que consideran un fraude. Tampoco sirven las detenciones masivas, incluso la de los cuatro hijos de un ex presidente iraní. Más ahora que el Consejo de Guardianes, el máximo órgano legislativo en el país, ha admitido que se cometieron irregularidades. En 50 ciudades votaron más electores de los inscritos en el censo, lo que implica a más de 3 millones de votantes.Y mientras, el presidente electo culpa de la situación a Occidente. Ahmadinejad acusa a Estados Unidos y Gran Bretaña de interferir en Irán, y les advierte que podrían dejar de ser países amigos. Ambos criticaron su elección, al igual que han hecho Alemania y Francia durante el fin de semana. Por el momento las calles no quedarán vacías, aunque a petición del propio Musaví, algo más calmadas. Lo que ocurra en ellas será difícil de verificar. Tras el veto a la prensa extranjera la información sólo llega a través de Internet la televisión estatal.