Unos 300 niños colombianos se ven obligados cada día a atravesar un río para llegar al colegio. A nado o a pie, haciendo frente a las aguas caudalosas que en algunos tramos llegan a cubrirles. Llegan al río sobre las cinco de la mañana porque deben estar en las aulas antes de las seis, y el camino es largo y complicado.En 1996 se cayó el puente que unía las dos orillas. Desde entonces los estudiantes se ven obligados a mojarse. Eso sí, siempre intentan mantener secos zapatos y, sobre todo, el material escolar. Aunque a veces surgen accidentes y los cuadernos son arrastrados por la corriente. Doce años después el Gobierno colombiano se ha comprometido a construirles otro puente. Estará listo en cuatro o seis meses. A partir de entonces sólo se empaparán de cultura.