La Policía ya sabe cuál era la principal amenaza con la que Joseph Fritzl evitó que su hija Elisabeth y los niños que tuvo con ella le atacaran para escapar de su cautiverio. Si le pasaba algo, les decía, el recinto se llenaría de gas y todos morirían dentro. Seis técnicos comprueban si el "carcelero de Amstetten" preparó realmente un dispositivo para gasear a sus víctimas. En total, 35 especialistas han pasado ya por el zulo para intentar resolver los interrogantes del caso. Uno de los más importantes es quién telefoneó para avisar de que Joseph y Elisabeth iban a visitar al hospital a su hija mayor, gravemente enferma. Llamada que permitió descubrir las atrocidades cometidas por Fritzl. La cuñada del detenido ha revelado por qué su hermana no sospechaba de las constantes visitas de su marido al sótano. Le decía, al parecer, que fabricaba unas máquinas que quería vender.