Madrid, 10 nov (EFE).- El 18 de mayo de 1978 la Comisión Constitucional del Congreso aprobó por unanimidad el artículo de la Carta Magna que consagra la igualdad de todos los españoles, sin importar raza o sexo, y María Teresa Revilla pidió la palabra ante sus compañeros: "Las mujeres no vamos a dar las gracias". Diputada de UCD por Valladolid, fue la única mujer en aquella Comisión y hoy, con 82 años, una memoria prodigiosa y "descreída" de la política, recuerda en una entrevista con Efe lo que describe como la etapa "más interesante" de su vida. Según su relato, llegó al Congreso por casualidad y a la Comisión Constitucional por su propia voluntad. Había estudiado Derecho en Madrid y, ya casada, se trasladó a Valladolid, donde comenzó a acercarse a la UCD. No descarta que fuera candidata en aquellas elecciones constituyentes porque "quizá haría falta una mujer para adornar la lista", algo normal en la época, apunta. "Me colocaron pensando siempre que yo no iba a salir y la sorpresa fue mía y de todos porque sí salí", bromea recordando su entusiasmo en aquel momento. No habían pasado ni dos años desde que se había derogado la "licencia marital", que obligaba a la mujer casada a contar con permiso del marido para algo tan sencillo como abrir una cuenta bancaria, y María Teresa Revilla tenía en sus manos un acta de diputada (de "diputado", dirá a lo largo de toda la entrevista). "Había tantas cosas que hacer, había tanto que cambiar y pensar que yo iba a poder participar en todo activamente era formidable", apunta, convencida que aquella ilusión era compartida por todos los 350 miembros de un hemiciclo en el que se sentaron solo 21 mujeres. "Todas nos dábamos cuenta de que representábamos algo más. Éramos mujeres y las mujeres habíamos sido hasta entonces tan discriminadas que estábamos obligadas a manifestarnos de la mejor manera, para que la gente viera que valíamos, que éramos iguales". Y demostrar que eran iguales, a su juicio, implicaba no limitarse a las comisiones que parecían reservadas para ellas, como la de Educación o Cultura, y aspirar a los órganos clave, como Economía o Defensa. "Me di cuenta, quizá por esas ganas que tenía de superar esa discriminación, de conseguir esa igualdad, que la Comisión Constitucional era la más importante y cuando me enteré que no había ninguna mujer en esa comisión, llamé directamente a Calvo Sotelo" (entonces portavoz del grupo de UCD), explica. No la conocía personalmente, pero aceptó su petición -"se conoce que me había visto en un mitin en Valladolid y le parecería bien"- y se convirtió en la única mujer de aquella Comisión que quedó compuesta por 39 parlamentarios, entre ellos los nueve ponentes del texto constitucional que acabaron siendo conocidos como "los padres de la Constitución". El informe de la ponencia llegó a la Comisión con enmiendas y se fue aprobando parte a parte, hasta que el 18 de mayo fue el turno de votar el artículo 14: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pu